32 años construyendo Memoria, buscando Verdad y pidiendo Justicia.
Cada Madre comenzó su historia personal a partir de la desaparición de su hijo. Nos institucionalizamos el 30 de abril de 1977, cuando catorce mujeres a iniciativa de Azucena Villaflor fueron a la Plaza de Mayo a hacer pública la “ausencia” de sus hijos. No nos importaba el color político, nuestras convicciones religiosas o la clase social a la cual pertenecíamos. Marchábamos unidas en el desgarro por el dolor del hijo ausente. A nuestros hijos se los habían llevado con vida, debían aparecer con vida.
Nos identificamos con un pañuelo blanco, que luego llevó los nombres de nuestros hijos, rescatándolos del anonimato. También tomamos la Plaza de Mayo y la hicimos nuestra.
Con el correr del tiempo despertamos a una trágica realidad que nos impulsó a ser testigos ante la sociedad de lo que nos había ocurrido. El dolor se transformó en lucha y la lucha en resistencia activa. Nos impusimos la obligación de contar la “verdadera historia”. Aparecieron palabras no comunes: allanamiento, secuestro, centros clandestinos, tortura, muerte. Debíamos trabajar por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Pensamos a nuestros hijos no como héroes sino como seres humanos con aciertos y errores, pero solidarios, comprometidos y entregados a una causa en defensa de la vida, la libertad y la dignidad del hombre.
Muchas comenzamos a conocer su militancia política y social, el sentido de sus ideales por los que vivieron y dieron sus vidas, por eso tenemos el compromiso de mantener vivos sus sueños, sus ideales. Y resistiremos al olvido pensándolos vivos, identificándolos, mostrando sus rostros y llamándolos por su nombre, rescatándolos así de la fantasmal categoría de “desaparecidos”.
A través del Terrorismo de Estado se cometieron graves violaciones a los Derechos Humanos, era necesario que la sociedad argentina demandara justicia para los autores de crímenes de lesa humanidad. “Juicio y castigo”. La condena a los represores está ligada con el respeto y la protección de los derechos humanos y el fortalecimiento de las instituciones democráticas.
Actualmente las Madres enlazamos el permanente pedido de Verdad y Justicia con las reivindicaciones actuales de los Derechos Humanos defendiendo los derechos económicos, sociales y culturales, por eso nuestra última consigna “Solidaridad y compromiso social” se hace realidad a través de jóvenes talleristas que trabajan en la villa 31 y en los Institutos de Menores.
En el recuerdo del 30 de abril están las Madres: Azucena Villaflor de Devicenti, Esther Ballestrino de Careaga y Mary Ponce de Bianco. Desaparecidas en diciembre de 1977 e identificados sus cuerpos por el Equipo de Antropología Forense en el año 2005. También todas aquellas que partieron y con las que compartimos una lucha inclaudicable. Este año, a pocos días de su partida, recordamos especialmente a nuestra dulce compañera Margarita Gropper.
Nuestra historia está unida a la reconstrucción de la Memoria. Nuestros hijos son los actores y nosotras guardianas de la misma.
Agradecemos a todos aquellos que nos han acompañado en estos 32 años, permitiéndonos mostrar la Verdad, esa verdad que alumbra y construye el presente. No permitiendo que el dolor paralice y el horror vuelva a repetirse.
Este compromiso por la Memoria, la Verdad y la Justicia es un deber indelegable nacido del amor por nuestros hijos y por la vida.