El discurso de Macri es el discurso del psicópata: niega y
tergiversa lo que podemos percibir por nuestra propia experiencia, lo
cual es enloquecedor.
Pone a la
víctima en el lugar del culpable de su propio sufrimiento, lo cual
genera sobre la víctima el efecto de confundirla y deprimirla.
No
se responsabiliza por sus actos, sino que estos siempre responden a la
acción de otros, de la cual es él la víctima inocente.
Esto apunta a generar, otra vez, confusión y culpa en la verdadera víctima, y un profundo, demoledor sentimiento de impotencia.
Y por último, ejerce una violencia arrasadora con una sonrisa, con
buenas maneras y palabras tranquilizadoras, lo cual adormece, hipnotiza y
-nuevamente- confunde: “es por tu bien”, dice mientras lastima y
destruye.
Y muchos/as le creen, porque el arte de la manipulación y la crueldad es la especialidad del psicópata.
Pero hay algo con lo que el psicópata no cuenta: ese momento, que no
siempre llega, en que empieza a resquebrajarse la ilusión y puede verse,
de a poco primero, después con claridad total, la magnitud del daño que
está haciéndonos.
Ese momento, que no siempre llega, en que las
-hasta entonces- víctimas de su juego perverso, se dan cuenta de su
propia fuerza.
Ese momento, aunque no siempre llega, es la pesadilla del psicópata.
Estoy convencido de que no estamos para nada lejos de ese momento.
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