jueves, 13 de junio de 2019

Una maestra del siglo XIX bordó a mano este sistema solar para enseñar astronomía | Por Regina Sienra

En 1876, la profesora y astrónoma estadounidense Ellen Harding Baker bordó el sistema solar para en una manta para poder ilustrar sus clases.


Para muchos maestros, su trabajo va más allá de cubrir el programa de estudios. Muchos dedican tiempo y energía a inspirar a sus alumnos tanto como sea posible. Una profesora que tuvo un fuerte compromiso con la educación fue Ellen Harding Baker, una astrónoma estadounidense del siglo XIX, quien se hizo famosa por darle vida a un método de educación particularmente astuto. Se cree que Baker pasó 7 años bordando todo el sistema solar en una manta que luego usó para ilustrar sus clases y conferencias.

“Quilt del sistema solar” de Ellen Harding Baker (detalle)

Completado en 1876, el gran Quilt del sistema solar, de 226 × 229 centímetros, fue hecho con lana negra y adornada con coloridas aplicaciones de tela de lana, así como bordados de lana y seda. Similar a las ilustraciones del sistema solar en los libros de astronomía de la época, presenta el sol en el centro, rodeado por los ocho planetas de nuestro sistema solar, así como el cinturón de asteroides y una gran cantidad de estrellas cosidas. La Luna de la Tierra, las lunas galileanas de Júpiter, así como varios satélites de Saturno, Neptuno y Urano, aparecen como pequeños puntos bordados, y los anillos de Saturno están hechos de  tela amarilla. También hay un gran cometa en la esquina superior izquierda; tal vez se trate el cometa Halley, que se había visto por última vez en 1835.

Ellen Harding Baker

El Quilt del sistema solar está bajo el resguardo del Museo Smithsoniano de Arte Americano. Aunque no está en exhibición, su historia sigue inspirando a educadores y entusiastas de la astronomía.

“Quilt del sistema solar” de Ellen Harding Baker (detalle)

jueves, 17 de enero de 2019

“EL DISCURSO DE MACRI ES EL DISCURSO DEL PSICÓPATA” | Por JORGE ALEMAN (PSICOANALISTA)

 El discurso de Macri es el discurso del psicópata: niega y tergiversa lo que podemos percibir por nuestra propia experiencia, lo cual es enloquecedor.
Pone a la víctima en el lugar del culpable de su propio sufrimiento, lo cual genera sobre la víctima el efecto de confundirla y deprimirla.
No se responsabiliza por sus actos, sino que estos siempre responden a la acción de otros, de la cual es él la víctima inocente.
Esto apunta a generar, otra vez, confusión y culpa en la verdadera víctima, y un profundo, demoledor sentimiento de impotencia.
Y por último, ejerce una violencia arrasadora con una sonrisa, con buenas maneras y palabras tranquilizadoras, lo cual adormece, hipnotiza y -nuevamente- confunde: “es por tu bien”, dice mientras lastima y destruye.
Y muchos/as le creen, porque el arte de la manipulación y la crueldad es la especialidad del psicópata.
Pero hay algo con lo que el psicópata no cuenta: ese momento, que no siempre llega, en que empieza a resquebrajarse la ilusión y puede verse, de a poco primero, después con claridad total, la magnitud del daño que está haciéndonos.
Ese momento, que no siempre llega, en que las -hasta entonces- víctimas de su juego perverso, se dan cuenta de su propia fuerza.
Ese momento, aunque no siempre llega, es la pesadilla del psicópata.
Estoy convencido de que no estamos para nada lejos de ese momento.