Tengo muchas y muy variadas críticas al Colegio de monjas que me brindó la educación primaria durante siete años de mi vida. Pero desde siempre agradecí las reiteradas veces que nos hacían repetir palabras mal escritas o frases mal armadas.
La decadencia que ha venido sufriendo la educación en los últimos años se advierte en cada minuto de nuestras vidas, desde la comunicación vía chat o mensajes de texto con la excusa de escribir menos caracteres hasta un intento de diálogo con un niño al azar, con 6 o 7 años de educación primaria.
La pobreza de léxico que denotan estas situaciones es alarmante y lo que es más alarmante aún es que por la cuestión de escribir menos caracteres o por la velocidad con la que vivimos (¿con qué objeto?) infinidad de personas que han podido recibir una educación como la que aludí al comienzo, hoy se encuentran escribiendo con siglas, sin “h”, abreviando, quitando verbos, etc. en detrimento de la educación que supimos conseguir y que debiéramos defender y expandir para paliar de algún modo la deficiencia del sistema educativo. Todos sabemos que está en crisis y tan sólo con hacer uso de nuestro conocimiento podríamos contribuír a que esa crisis no se vea agravada.
Párrafo aparte merece analizar los medios de comunicación y los hacedores de programas de radio y televisión que acompañan infinidad de momentos de nuestras vidas.
La palabra “nada” en cualquier diccionario enciclopédico que podamos encontrar, significa “la nada misma”. Si ponemos un poco de atención a lo que nos transmiten desde los medios de comunicación los profesionales como así también los entrevistados desde gente común hasta los más preparados en materia de educación, vamos a advertir que en la mayoría de los casos “nada” vino a reemplazar a diversos verbos, en algunos casos..
Es así que cuando por ejemplo un periodista deportivo, uno de espectáculos, un Mariano Grondona o la mismísima Presidenta de la Nación, en ocasión de cerrar alguna nota, programa o discurso, pronuncian la siguiente frase: “Y bueno, nada, agradecer a quienes han …………” , es que reivindico a las monjas a las que, insisto, más allá de los cuestionamientos que les he hecho en diversas situaciones, han sabido dejar en mí grabado a fuego un maravilloso léxico que expreso con orgullo donde quiera que voy.
Martha Basso
Puerto Madryn, Argentina.