lunes, 29 de agosto de 2011

El sexismo en la literatura infantil y juvenil

La discriminación de género en los libros para niños y niñas 

Juan Francisco Díaz Hidalgo                                                                                                                                                                        

Los modelos masculino y femenino tienen origen en la forma en que se educa a los niños y niñas. El colegio, la familia y los libros de entretenimiento 

La literatura infantil y juvenil es el espejo de la sociedad. ¿Qué quiere decir esto? Cabe afirmar que lo que se quiere transmitir, en los libros dedicados a los niños y jóvenes, es el mensaje de los adultos sobre cómo quieren que entiendan el mundo y la sociedad.
Esta función educativa de los libros está totalmente inmersa por este motivo en la familia y en la escuela, que son los que van a transmitir los modelos culturales masculinos y femeninos.
                                                                                                                                                                                                                         La discriminación de género en los libros infantiles
El cambio del papel de la mujer en la sociedad debería haber traído un cambio en la literatura para los más jóvenes. Hasta los años ochenta el sexismo en cómic y novela rosa era patente y escandalosamente claro. También en la literatura de calidad los modelos femeninos y masculinos han estado siempre muy bien delimitados y dibujados.
En los últimos años han aparecido princesas intrépidas, protagonistas masculinos con sensibilidad, y parece que ha surgido una corriente que intenta corregir la discriminación existente. Pero lo que ha ocurrido es que la mujer ha tomado el papel masculino sin cuestionar los valores implícitos.

 Los modelos masculinos
El protagonismo masculino en la literatura infantil y juvenil sigue siendo superior al femenino. En un rango de edades de los cinco a los quince años, computando de forma global un 58% de las historias tienen un protagonista masculino frente al 24% femenino. El tanto por ciento restante lo tendrían compartido.
Además, los hombres, en la literatura y en la realidad, son los que poseen el poder, tanto en la faceta de malvados como en la benéfica. En consecuencia, la lucha por la primacía social y la riqueza son atributos masculinos. El hombre está fuera del hogar, es el que personaliza la aventura y el mundo exterior.

 Los modelos femeninos
En la etapa infantil, en los libros, la presencia de las mujeres es de gran peso. La figura de la madre es clave como el referente que procura sustento y cariño. Fuera de las paredes del hogar la madre no parece tener ocupación. El papel está totalmente enfocado en el ámbito del hogar.
Los trabajos de las mujeres en un 70% se centran en las labores domésticas (la profesión de “sus labores” tan recurrente en los años cincuenta o sesenta) y si aparece algún trabajo en alguna obra es complementario al trabajo doméstico.
El trabajo casi siempre es no cualificado y cuando sí lo es, se circunscribe al arte o la artesanía y la literatura. Solo el 10% de las mujeres ejerce trabajos cualificados, eso sí en el campo tradicionalmente considerado femenino (en el colegio es la maestra porque el director es un hombre, como refleja el estudio de Paul Brouzeng).

Las niñas lectoras                                                                                                                                   Los personajes femeninos infantiles son fundamentalmente intimistas y vinculados a la magia. Su presencia en los libros de acción es escasa y cuando aparecen como protagonistas, no es extraño que ocupen un rol con valores masculinos.    El mensaje para las niñas es el de que en la vida real adulta tendrán que conformarse con papeles no protagonistas. Parece que estuviesen irremediablemente destinadas a asumir ciertos estereotipos masculinos.
 El futuro de la literatura infantil y juvenil no sexista
Afortunadamente, desde el instituto de la mujer y desde otros sectores de la sociedad se abogó por una literatura para en el que se puedan cuestionar valores como la competitividad o la necesidad de una jerarquía, que inevitablemente lleva a la opresión de sectores sociales y por ende a la violencia.

Se trata de una solución de compromiso entre lo que se quiere transmitir a los más jóvenes y la función que debe tener un libro: entretener, hacer soñar al lector y que se pueda identificar con los personajes. Claro está que un buen escritor también debe tener un compromiso con sus ideas y en su ánimo tiene que estar el contribuir a una sociedad más igualitaria, justa y feliz.